Bauman
con este texto pretende explicar las transformaciones de la cultura
popular en la transformación hacia la modernidad y el rol de los
intelectuales. Lo hace a través de la metáfora de los guardabosques
y los jardineros.
Las culturas de jardín para reproducirse, necesitan plan y supervisión.
La
emergencia de la modernidad fue un proceso de transformación de
culturas silvestres en culturas de jardín.
El
siglo XVII fue la época en que el proceso adquirió impulso. Hacia
principios del siglo XIX se había completado en el extremo
occidental de la península europea.
El
paso de una cultura silvestre a una de jardín, también es la
aparición de un nuevo papel, orientado hacia fines antes
desconocidos y que exige calificaciones previamente no existentes: el
del jardinero. Este ocupa ahora el lugar del guardabosques. Los
guardabosques tienen confianza en la abundancia de recursos de los
seres a su cuidado. Los guardabosques no son grandes creyentes en la
capacidad humana para administrar su propia vida, son personas
naturalmente religiosas. Su falta de interferencia en el
funcionamiento espontaneo de la cultura silvestre se refleja en su
filosofía de la índole sobrehumana del orden del mundo. En si
misma, la cultura silvestre no puede percibirse como una cultura, se
la ve como naturaleza, es decir, creación de Dios. La redefinición
del orden social como algo que no era absoluto fue el mojón más
importante en el camino hacia la modernidad.
El
rechazo de Hobbes del estado natural de la humanidad como una
condición en la que la vida humana es detestable, brutal y breve es
presuntamente la mas citada y conocida de todas las ideas legadas a
la posterioridad por los pensadores del siglo XVII.
¿De
dónde tomó Hobbes esta imagen del estado natural? ¿Qué había en
el mundo de los contemporáneos de Hobbes que pudiera inspirar la
pavorosa imagen del estado natural? Parece que Hobbes fue victima de
algún tipo de ilusión óptica. Los inquietantes cuerpos extraños
que infestaban su mundo vivido eran una vanguardia de la sociedad
venidera, las pocas muestras diseminadas de lo que iba a convertirse
en el estado normal: una sociedad compuesta por individuos con
libertad de movimientos y orientados hacia la ganancia, coaccionados
por la vigilancia comunitaria.
La
nueva percepción de la relación entre el orden social y la
naturaleza encontró su expresión en la conocida oposición entre
razón y pasiones. Estas ultimas se veían cada vez mas como el
equipamiento natural de los hombres. La razón, llegaba con el
conocimiento, debía ser transmitida por otras personas que conocían
la diferencia entre el bien y el mal, la verdad y la falsedad. De tal
modo, la diferencia entre razón y pasión fue desde el comienzo algo
mas que una oposición moral.
¿Como
podía ser posible que los preceptos de la razón influyeran sobre la
conducta de hombres guiados únicamente por las pasiones?
Las
percepciones ampliamente compartidas por quienes participaban en el
debate fueron resumidas por Spinoza: “Ningún afecto puede ser
reprimido por el verdadero conocimiento en cuanto se lo considera
como un afecto”.
Las
emociones no pueden manejarse mediante la voz de la razón, mas bien
pueden manejarse de esa forma solo en los casos en que el
conocimiento mismo se convierte en un “afecto”.
En
opinión de Spinoza, la devoción de Dios, el deseo de ser bendecido
y la fe en la eficacia del camino de la salvación tal como lo señala
la religión, podían concluir al resultado necesario.
Había
también otra oposición entre interés y pasiones, la dimensión de
clase, la existente entre dos tipos de hombres más que entre dos
lados de la naturaleza de un individuo, o dos tipos de conducta a los
cuales podía entregarse una misma persona.
Cuanto
más se alababa el comportamiento interesado como socialmente
beneficioso, más nociva y perjudicial parecía la conducta
aguijoneada por las pasiones y vuelta hacia la misma.
El
efecto mas importante del discurso de la razón contra las , fue la
recaractización de los pobres y humildes como clases peligrosas, que
tenían que ser guiadas e instruidas para impedir que destruyeran el
orden social, y la recaractizacion de su modo de vida como un
producto de la naturaleza animal del hombre, inferior a la vida de la
razón y en guerra con ella.
La
mejor forma de entender todo el discurso es considerándolo como un
aspecto de una operación de clausura y exclusión.
El
estado moderno inicial, hizo grandes esfuerzos por ordenar la vida
diaria de sus súbditos. El campo de acción del estado se ampliaba
con tanta rapidez que todo un modo de vida parecía estar sufriendo
un ataque generalizado.
Cuerpos
encadenados y almas sometidas habían pasado a ser los nuevos
mecanismos de poder.
Al
comienzo de la cruzada, las viejas costumbres se reprobaban como
“inexactas”, ya que celebraban hechos inexistentes o mal
interpretados de la historia, y con ello promovían la ignorancia
popular. Mas tarde, los argumentos se orientaron a la defensa de la
racionalidad y los festivales, procesiones, juegos y diversiones
rurales y urbanos fueron declarados culpables de desatar las pasiones
y sofocar la voz de la razón. Por ultimo, hacia la segunda mitad del
siglo XVIII, los nuevos ámbitos que centralizaban los
pronunciamientos de autoridad se establecieron probablemente con la
superficie firmeza para permitir que la persecución de las
tradiciones locales y sus defensores se justificar en términos de su
conflicto con las convenciones y códigos de comportamiento
socialmente aceptados.
En
su Dictionnaire
philosophique,
Voltaire resumió dos siglos de discurso cuando definió las fêtes
como una ocasión para que en los días de sus santos favoritos los
campesinos y artesanos se emborracharan, se entregaran a la pobreza y
el libertinaje y cometieran delitos.
La
iglesia renuncio a su larga y feliz cohabitación con las tradiciones
y cultos locales. Se opuso un calendario eclesiástico rígido y
universal a los calendarios locales de las festividades
tradicionales, Se dio preferencia a la religión sofisticada,
altamente intelectualizada y abstracta de los teólogos por encima de
las poco refinadas pero exuberantes y apasionadas creencias de los
iletrados.

